Con coca cola y alcohol, y una pausa de café, se pierde en momentos leyendo un periódico la seria muchacha.
Muy idiota, se acerca y susurra con devastada memoria nuestro poeta.
Un jardín en la zotehuela. Lugar del pasado que nada emociona recorrer en solitario.
Apenas, la pequeña Jacqueline rumbo a la iglesia, obligada, corre; con amargura. La mocosa siempre cuida la bugambilia rosa que plantó.
Con el atardecer, la pequeña Jacqueline duerme. Cansada de mirar.
La tarde-noche con poquito café y leche. Huele, mira, guarda silencio. Pan delicioso.
Rechazo de la despedida. Siempre se aleja Nadia, inmersa a no interrumpir.